Un Cuento Navideño
El Manuel era un viejo borracho que vivía en la San Gregorio, la avanzada cirrosis hepática le tenia la panza hinchada, las mejillas rojas y la nariz como frutilla. Llevaba varios meses sin cortarse el pelo y tampoco se cortaba la barba. Cuando regresaba a su casa, muerto de curado con las patas a la rastra y dando tumbos contra las paredes, entonces los cabros chicos gritaban Ahí viene el Viejo Pascuero,,,,,,guena Manolito...dejate un regalo poh!!!
El Manuel, solo les sonreía y alzaba su regordeta mano en señal de saludo, se iba derechito pasa su cuartucho, ahí vivía solo y con lo puesto. Su casa la ocupaban un lote de muchachotes, pero el ya no tenia muy claro si eran sus nietos o sus hijos.
La única que se preocupaba del viejo, era la Marisol la pareja del Pedro. Ella se preocupaba de que no se lo comieran los ratones, ni las moscas. Era quien se acordaba de sus remedios y de sus escasos controles en el Consultorio. Era pura buena onda la Marisol con el viejo.
Una tarde, en que el Sol de inicio de Diciembre le hacia la pega a los vendedores de Chocopanda, pasaba por la calle, el pelao Omar, el fotógrafo del barrio. Al escuchar a los pelusones gritar.. Ahí viene el viejo Pascuero, se asomo y quedo de una pieza al ver a Santa, no pudo evitar reírse, pero una idea se cruzo por su mente.
Al otro día muy temprano ubico a la Marisol y le contó que quiera conversar con el Manuel, asi se concerto la cita. El viejo despertó de su cana, cuando el pelao le dice, quiero que te vistai de Pascuero, que trabajemos juntos hasta la Pascua, vos preocupate del traje y yo de los permisos en la Muni, soi capi cierto.
El Manuel, no alcanzo a responder, cuando el pelao ya le alejaba en su bicicleta, la Marisol le dice, tranquilo tatita, yo me preocupo del traje, usted no se ponga a tomar como lo loco. Mire quien se va sacar fotos con un viejo pasao a trago. El Manuel, la miro y le ofreció una de sus escasas sonrisas.
La Marisol, sabia que podría conseguir unas lucas pal genero con el Pedro, ella había estado de lo mas cariñosa, así que no habría problema. Además, estaba segura que su madrina, la modista de la cuadra, haría la pega, no por caridad, sino como un desafío, para quien fuera una codiciada costurera en las casonas de Ñuñoa y Providencia.
Así el Viejo Manuel, se vistió de Pascuero y partió con el pelao Omar pal Mall, ahí consiguió permiso, se hicieron buena plata. Los cabros chicos desfilaban para retratarse con el Santa de la San Gregorio,.....mira si es igualito al Viejito Pascuero, decían las viejas arribistas, que se endeudan hasta el cogote. Mientras el Manuel, cortaba las huinchas por una canita.
El ultimo día de pega, horas antes de que cerreran el Mall, el pelao le entrego su paga al Manuel, este se fue derechito al bar, ahí tomo con todos los parroquianos, pago sus deudas y hasta compro unos guenos puchos. Pero antes de caer en la absoluta borrachera, recordó que debía comprar un regalo para la Navidad, para quien mas, pa la Marisol. Si era su ángel de la guarda, la que espantaba sus demonios cuando la abstinencia forzada, convocaba una corte de calaveras y diablitos.
Pero el viejo siguió chupando como condenado, cuando ya no daba mas, le pidió a uno de sus amigotes que lo encaminara, no sin antes comprar un regalito antes que el ultimo bazar cerrara. Metió su mano al bolsillo y rescato la ultima luca, al tiempo apunto con su tembloroso dedo una caja de chocolates. Aprovechando que los muchachos estaban de fiesta, entro a duras penas hasta el dormitorio de la Marisol, con toda la delicadeza que su manifiesta ebriedad le permitia, escondió la cajita bajo la almohada y se fue a costar.
Ya casi de madrugada, la Marisol al sacar su camisa de noche, se percata del regalo, una sola idea, un solo suspiro...puchas que estaba enamorada del Pedro.